En los últimos días, los efectos del chorro polar se han vuelto más extremos y contradictorios. Mientras regiones del norte de Europa enfrentan una inusual caída de temperaturas, otras áreas, especialmente en el sur de la Península Ibérica, se ven azotadas por olas de calor que rozan lo extremo. 

Este comportamiento anómalo no solo ha desconcertado a meteorólogos, sino que también ha encendido las alertas sanitarias y ambientales. La situación climática actual está directamente influida por el comportamiento inusual de este poderoso flujo de aire. 

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El chorro polar, que suele marcar la frontera entre las masas de aire frío del norte y las cálidas del sur, ha adoptado un patrón ondulante que intensifica los contrastes térmicos. Así, zonas que normalmente compartirían condiciones similares, hoy viven realidades opuestas.

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¿Qué se sabe sobre el chorro polar?

El chorro polar, también conocido como “corriente en chorro” o jet stream, es una cinta de vientos extremadamente rápidos que circula a gran altitud, entre los 9 y 16 kilómetros sobre el nivel del mar. 

Esta corriente de aire, que puede alcanzar velocidades de hasta 250 km/h, actúa como un muro climático, separando el aire polar del aire tropical.

Cuando este chorro se debilita o se ondula de forma más pronunciada, permite que las masas de aire se desplacen más fácilmente hacia zonas donde normalmente no llegarían. 

Este fenómeno es responsable tanto de los fríos anómalos como de los calores excesivos que se están experimentando simultáneamente en distintas partes de Europa.

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Un contraste climático sin precedentes

Mientras en comunidades del norte de España como León, Soria o Ávila se registran temperaturas entre 7 y 10 grados por debajo de lo habitual, regiones del sur como Andalucía o Extremadura enfrentan máximas de hasta 40 °C. Incluso zonas como el sur de Galicia, tradicionalmente más frescas en verano, han vivido jornadas abrasadoras.

Este contraste se debe a los ramales descendentes del chorro polar, que arrastran aire frío hacia el norte y centro peninsular, mientras que el calor intenso se concentra en el suroeste y Canarias. En el mismo país, conviven noches con temperaturas de 10 °C y otras tropicales por encima de los 25 °C.

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Lluvias, tormentas y un calor asfixiante

La llegada del aire polar no solo ha traído frío. Su interacción con el aire cálido ha provocado una alta inestabilidad atmosférica, lo que se traduce en chubascos y tormentas, especialmente en el Cantábrico, los Pirineos y la fachada mediterránea. Se prevén lluvias intensas en Cataluña, Valencia y Baleares.

Mientras tanto, en el oeste peninsular y en los valles del Guadiana, Guadalquivir y Tajo, las temperaturas seguirán en ascenso, rondando los 40 °C. Esta combinación de calor y humedad aumenta el riesgo de golpes de calor, incendios forestales y deterioro de la calidad del aire.

¿Qué esperar en los próximos días?

Según los pronósticos, el patrón del chorro polar persistirá al menos hasta el final de la primera semana de agosto. El miércoles y jueves se mantendrán las condiciones mixtas: frío matinal en el centro y norte, y calor diurno más propio del verano. 

A partir del viernes, se espera el paso de una vaguada que podría generar tormentas organizadas e intensas, especialmente en el este peninsular.

El domingo podría marcar el inicio de un ascenso generalizado de temperaturas, lo que llevaría a una nueva ola de calor en buena parte del país. Los expertos advierten que, si el chorro polar no se estabiliza, estos episodios extremos podrían repetirse durante agosto.