El seguro de responsabilidad civil se ha convertido en un requisito obligatorio para casi todo según algunas leyes y ordenanzas, porque mediante este seguro se indemnizan los daños y perjuicios que se puedan causar a terceros.

Estos daños pueden ser corporales o materiales y que representan consecuencias financieras o un daño económico. Es por esta razón que se han creado un sin fin de seguros de responsabilidad civil tendientes a cubrir distintos tipos de incidentes.

En todo caso, un seguro de responsabilidad civil profesional, es muy diferente a un seguro de responsabilidad civil general que, aunque tienen una misma base, cada uno tiene sus particularidades.

Seguro de responsabilidad civil general

En este sentido, un seguro de responsabilidad general únicamente cubre los daños, tanto materiales como personales, que se ocasionen a terceros en la ejecución de la actividad asegurada. Bajo este escenario, toda persona natural o jurídica se encuentra en la obligación de reparar estos daños.

Para explicarlo mejor, es necesario tomar un ejemplo. Supóngase que una empresa de construcción asegurada se encuentra reformando el tejado de alguna vivienda, y desafortunadamente se desprende una parte del tejado ocasionando lesiones a un transeúnte que justo pasaba por debajo, pues en este caso, el seguro debe cubrir los gastos que se deriven del accidente.

En otras palabras, este seguro cubre las demandas y los gastos o indemnizaciones que solicite un tercero y cuyo accidente no sea derivado de los errores profesionales que se puedan cometer en el desarrollo de una actividad profesional.

Seguro de responsabilidad civil profesional

El seguro de responsabilidad civil profesional cubre los daños económicos que se derivan de las fallas, omisiones o negligencia mientras se desarrolla una actividad profesional. También se incluyen en este, los daños de tipo material y personal producidos a terceros.

Generalmente se integran de elementos de carácter intelectual, que pueden ser de diseño, planificación, asesoramiento y otros más. Del mismo modo, se deben incluir los daños generados de la responsabilidad que tienen los altos cargos.

Cabe recordar que cualquier especialista en una materia o área puede llegar a cometer un error, de hecho, no se está exento de ello en ningún momento. Es por ello que cualquier empresa o negocio, sin importar el tipo de servicio profesional que ofrezca, debe contar con un seguro de responsabilidad civil profesional adaptado a las diferentes profesiones.

Por otra parte, los profesionales y expertos en seguros, han explicado que muchas actividades no profesionales, también son candidatos a contratar una póliza que cubra los daños producidos durante el desarrollo de la actividad.

En este contexto, se deben incorporar actividades como; traducción e interpretación, fotografía, servicios de limpieza, consultorías y otros más.

Se debe citar un ejemplo que permita comprender mejor este tipo de seguro. En este sentido corresponde a un servicio de asesoría, la cual no presentó el impuesto en el plazo que ha establecido el cliente y la agencia de tributos sanciona al cliente con una multa elevada.

En este caso, el seguro de responsabilidad civil profesional es quien cubre la indemnización del cliente.

Cuál seguro se debe contratar

Para estar más protegidos, los profesionales y expertos en seguros recomiendan que las empresas e instituciones adquieran una póliza de responsabilidad civil general y una póliza de responsabilidad civil profesional. Es decir, se deben contratar ambos seguros.

Sin duda alguna, cada póliza tiene sus propias bondades y cubre distintos rangos. Sin embargo, lo importante es que cualquiera de las pólizas que se contrate, permita cubrir las vicisitudes que se acarreen en el ejercicio de una profesión o actividad y que además, el seguro cubra todas las expectativas que tiene la compañía.

Aunque poder con ambos seguros, va a permitir que la empresa o la institución estén más protegidas, ya que se pueden cubrir los daños a terceros efectuados durante la ejecución de la actividad asegurada o por las fallas, omisiones o negligencia mientras se desarrolla una actividad profesional.